Territorios

SEPAR tiene una intervención histórica en el espacio andino amazónico de las Cuencas del Mantaro y el Perene en la región central del Perú; cuencas que cubren territorios de los gobiernos sub-nacionales de Junín, Pasco, Huánuco, Huancavelica y Ayacucho principalmente. Territorios caracterizados por un ecosistema andino y amazónico diverso, tanto por la historia y cultura ancestral de pueblos originarios y los complejos procesos de colonización interna y extranjera desde el siglo XV; cuanto por la presencia de ecosistemas andinos y amazónicos de alta biodiversidad, que; sin embargo, alberga una población rural y urbano marginal con grandes brechas de exclusión y desigualdad persistentes.

Uno de los valles   interandinos más amplios y fértiles del Perú se encuentra entre los 3,200 y 3,580 m.s.n.m. Es el valle del Mantaro, cuyos suelos son sumamente productivos para la agricultu ra y  ganadería diversificada. En él se desarrollan actividades agroindustriales de subsistencia, como de manufactura, artesanía  arte popular, expresados en los mates burilados de Cochas, la platería de San Jerónimo o la textilería de Hualhuas.

Las  danzas costumbristas y bandas musicales son parte de una identidad regional influyente. Los orígenes míticos del valle hablan del enfrentamiento de los dioses tutelares de Pariakaka y Wallallo Carhuancho por los dominios de Huarochirí y el valle del Mantaro, respectivamente.

La población es heredera del señorío regional preinca de los Hanan Wankas, Hurin Wankas y Jatun Xauxas del siglo XIV, como son la Confederación Chanka de los Anccaras, Chocorbos y Tayaccasas, etc., para el caso de Huancavelica y Apurímac.   Durante la Colonia los wankas, gracias a una “estrategia” de alianza con los conquistadores para enfrentar a los incas, mantuvieron dominio territorial, así como una relativa prosperidad y desarrollo ulterior de una identidad mestiza.

La alianza wanka-española solo terminó con la independencia definitiva del Perúy la derrota de Canterac en las Batallas de Junín y Ayacucho, en el primer tercio del siglo XIX. En el último tercio del mismo siglo XIX —ya en  Etapa Republicana—, durante la Guerra del Pacífico entre Perú y Chile, la prolongación de la guerra ocasionaba «perjuicios» económicos a una naciente burguesía «emprendedora» wanka, que mantenía una fuerte posesión de tierras y actividad mercantil dinámica. Asumieron una conducta «colaboracionista   con el ejército chileno a fide que las acciones de guerra concluyeran cuanto antes por lo oneroso que resultaba la frecuente demanda de avituallamiento del ejército chileno.

Durante el primer tercio del siglo XX la actividad minera había crecido de tal manera que impulsó un mayor desarrollo de vías de acceso y, sobre todo, la ejecución del proyecto ferroviario más emblemático del siglo en los Andes centrales: el Ferrocarril Central, ¡el más alto del mundo! Este hecho marcó el establecimiento de una economía de enclaves mineros y de diversificación de la actividad comercial. Pero, también, produjo una profunda diferenciación campesina o exclusión rural de grandes zonas de Huancavelica, Pasco y Junín, cuyas ciudades se convirtieron en focos de atracción de pobladores empobrecidos. La Reforma Agraria de los sesenta, que trató de redefinir la tenencia de la tierra y ganado con un enfoque empresarial —Sociedad Agraria de Interés Social, SAIS—, fue interrumpida en los setenta y «desestructurada» en los ochenta por acción de la violencia y el terror desatados en esta década, que provocó el desplazamiento forzado de comunidades enteras a las ciudades de Junín, Huancavelica, Ayacucho y principalmente Lima.

Estas distintas etapas de la historia han perfilado la identidad y la cultura de la región. Así, el Huaylash evoca la relación telúrica del wanka  precolonial; la Chonguinada parodia un baile señorial colonial; la Maqtada evoca a la soldadesca india en la guerra con Chile; la fuerza del huayno wanka, las bandas musicales y las «fusiones» musicales siguen siendo una expresión de identidad regional, llevada a niveles de industria del espectáculo.

El río Mantaro es uno de los ríos más importantes de los Andes Centrales Peruanos, su caudal depende de las precipitaciones en toda la cuenca, del nivel del Lago Junín, y de las lagunas ubicadas al pie de los nevados de la cordillera occidental y del nevado Huaytapallana. La cuenca del río Mantaro es de gran importancia por ser la generadora de más del 35% de la energía eléctrica del país, la producción agrícola del valle provee de alimentos a Lima

En la cuenca del Mantaro el nivel de pobreza al 2018 – INEI; en Junín es de 21.2%, mientras que en Ayacucho y Pasco es de 35.6% y 38.9% respectivamente. La pobreza extrema ha disminuido ligeramente en Junín registra el 5.3%; en Huancavelica es de 9.0% y en Ayacucho 7.0%. ; de ellos, Huancavelica y Ayacucho son las que tienen las tasas más altas de analfabetismo del país con 30.8% y 29.6% respectivamente, siendo la población rural la más afectada, con grupos de edad entre los 20 y 40 años. Este problema es común en toda la Cuenca, donde la educación rural concentra los mayores indicadores de ineficiencia escolar.

 

La agricultura constituye el sector más importante en la cuenca del río Mantaro, en cuanto a empleos, reflejada en la variable macroeconómica de la población económicamente activa ocupada (PEAO 54.6%), aunque la actividad de comercio y servicios registran los valores más altos de operaciones. En la zona sur de la cuenca se ubica la mayor cantidad de tierras agrícolas, 182,360.4 ha., que representan el 54% de la cuenca ( 72% en secano y 18% bajo riego.

 

Una característica de la tenencia de la tierra en la cuenca del río Mantaro es la existencia del minifundio (menos de 0.5 ha.) y la pequeña propiedad (más de 0.5 ha. – 4.9 ha.), representando ambos el 85.7% de productores. La zona sur de la cuenca del río Mantaro concentra la mayor parcelación de la tierra (57%) mientras que en la cuenca central alcanza el 41%.

 

La ganadería en el valle del Mantaro y algunas zonas alto andinas, han alcanzado cierto nivel tecnológico, con la introducción de pastos cultivados y la utilización de la inseminación artificial en el mejoramiento ganadero y como consecuencia se ha visto un incremento de la producción lechera, siendo en promedio de 10 a 15 Lts. por animal. En los últimos años la crianza de animales menores (cuyes), se ha constituido en una actividad pecuaria económicamente atractiva por sus bondades nutricionales.

El complejo Hidroeléctrico Mantaro genera el 31% de la demanda nacional de energía. Así miso, en la cuenca del Mantaro la actividad minera es intensa; como, los antiguos complejos   mineros de la Oroya en Junín, de  Cerro de Pasco en la región del mismo nombre, Buena Ventura en   Huancavelica , Toro Mocho en Junín , etc..

Finalmente, la cuenca del rio Mantaro es muy rica y amplia en belleza, diversidad natural y ecológica, haciéndola muy atractiva para el turismo de naturaleza, de aventura y el ecoturismo. Esta región ofrece en muy poco tiempo de recorrido experiencias turísticas en los andes y en la selva amazónica. La riqueza cultural de la región se plasma en diversas etnias, cada cual con sus propias características, oferta gastronómica y festividades locales que se mantienen constante a lo largo del año.

Con la llegada de los españoles se inicia la penetración a la selva por las mismas rutas  que los incas habían abierto a través de los Andes. Sin embargo, la Selva central se mantuvo al margen de los acontecimientos militares y políticos que provocaron la caída del imperio incaico.

Recién a inicios del siglo XVIII que los franciscanos consolidan su intervención prolongando, los intentos  de exploración y cristianización de la selva central. En las primeras décadas de este siglo, la actividad misional fue seguida por el establecimiento de grandes haciendas y la progresiva ocupación territorial de  pequeños propietarios andinos.

La rebelión de Juan Santos iniciada en 1742-1752 pero antecedida por un sinnúmero de levantamientos indígenas en toda el área, hecho por tierra los afanes evangelizadores y de conquista de la iglesia y las fuerzas militares, representadas simbólicamente por la cruz y la espada: La fuerza del llamado de Juan santos tuvo la virtud de convocar a su causa a todos los pueblos indígenas de la selva  central (ashaninkas, yaneshas y nomatsiguengas), asi como a los de las regiones  vecinas con los que intercambiaban  mercancías por sal (piros, conibos, shipibos). Estos últimos, según indica Varese, provenían de Ucayali, de la Pampa de Sacramento, del rio Pachitea e incluso del Urubamba.

La real victoria de la rebelión de Juan Santos, fue haber logrado la marginación de toda la región  de la selva central por el Perú virreinal, tornándose, durante casi un siglo, prácticamente imposible su reconquista y la de los pueblos indígenas que allí habitan.

Es a partir de 1847 que se inicia el proceso  de ocupación de la selva central como resultado de las leyes promulgadas durante el gobierno de Castilla, Echenique y Balta. Estas leyes fomentaban, por medio de incentivos, tierras y apoyo del Estado, la inmigración de familias europeas con el propósito  de colonizar las tierras de montañas. Estas políticas de colonización se complementaron con a entrega de grandes concesiones  territoriales  después de la guerra del Pacifico y particularmente con la promulgación de la ley 1220 en 1909.

En la década de 1950 se produjo una demanda sostenida de café en el mercado internacional, circunstancia que incremento significativamente los precios del grano. Ello contribuyó a alentar la corriente colonizadora andina  a la selva central, dirigida particularmente a los valles del Perene y Satipo. La masiva migración andina de la década de 1960 y el desarrollo del movimiento guerrillero  en 1965 impulsaron la toma de tierras  y la invasión de haciendas y fundos no trabajados. Como consecuencia de estos procesos sociales y políticos, en Satipo y Chanchamayo se generaliza el sistema de pequeña propiedad, se instaura el minifundio  como modalidad de tenencia de la tierra y se desarrolla un progresivo proceso  de fragmentación de esta.

Un gran número de asentamientos indígenas particularmente en los valles del Perene y satipo, quedaron rodeados de asentamientos de colonos, lo que posteriormente dio lugar a la formación de las actuales comunidades nativas de la región con extensiones reducidas de tierras y sin acceso a los recursos tradicionales de subsistencia, pesca, caza y recolección.

Con la promulgación de la primera ley de comunidades nativas (1974) se logra   su reconocimiento oficial y se implementa el proceso de titulación de tierras indígenas. Ello contribuyó a impedir la ocupación de nuevas áreas por colonos andinos y a controlar los recursos naturales al interior de las tierras tituladas a favor de la población indígena.

A inicios de los años noventa, gran parte de los valles del Perene en la provincia de Chanchamayo, así como los distritos de Pangoa y Mazamari y los Valles del Ene y Tambo, registraron acciones crecientes de las columnas senderistas. Sus principales víctimas fueron nativos y colonos indefensos, jefes comunales y dirigentes de federaciones nativas, autoridades políticas locales y medianos y grandes productores agrarios.

El avance de la lucha antiterrorista, la captura de las dirigencias de Sendero  y del MRTA y el establecimiento de bases contrasubversivas en las zonas más críticas del conflicto armado en la selva central, levaron paulatinamente a las familias nativas a explorar la posibilidad de regresar a sus comunidades de origen.

A comienzos de 1993 se inicia un proceso de repoblamiento  gradual en toda la zona, principalmente como producto del esfuerzo  de los propios nativos y colonos. Estas iniciativas fueron luego apoyadas por algunas instituciones públicas como el Programa de Apoyo Al Repoblamiento.

Una de las secuelas de la acción terrorista y del abandono del estado es la presencia de comunidades desestructuradas socialmente, con un alto índice de conflictos internos, con heridas profundas aun no cicatrizadas y muy pobres indicadores sociales y económicos, de salud, nutrición, educación e ingresos.

Carlos Bernasconi Antropologo PUCP autor de artículos y ensayos sobre problemática indígena; Fernando Santos y Frederica Barclay “Ordenes y desordenes en la Selva Central: Historia y Economía de un Espacio Regional “ Lima IEP 1995; Varese Stefano . “La Sal de los Cerros” Lima 1973.